Odio apegarme tanto a los lugares, a los recuerdos, sobre todo a los seres humanos.
Por eso, soy de esas personas capaces de rodear todo un edificio, o tomar una ruta de bus diferente con tal de no pasar por ciertos lugares que quisiera olvidar.
Es lo malo de tener tan buena memoria.
Bueno... Ayer por fin, volví a sentarme ahí, donde se quedó el eco de una promesa de una realidad ficticia, sonaba tan real...
Ayer por fin me armé de valor.
Creo que el eco viene desde dentro... palpita.
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